Invariablemente me impulsa un motor interno que no deja que me transe por nada menos de la posibilidad de la Más Alta Visión de mi Misma.
Siempre había soñado con encontrar al ‘elegido’ o lo que en inglés llaman The One. Me encantaba como sonaba… Y durante el proceso de re-encontrarme, un día comprendí que una de las búsquedas más relevantes en la vida es encontrar ‘lo elegido’ en el oficio… que en inglés podría llamársele The One Thing… Escribir sobre estas íntimas búsquedas dio inicio al recorrido hacia mi actual plenitud. Por eso mi blog lleva este nombre… |
Todas juzgamos (a otros y a nosotras mismas). Todas queremos dejar de hacerlo, no porque sea «malo», sino porque en el fondo sabemos que este hábito va en detrimento de nuestra paz y plenitud. Juzgar viene en la forma de prejuicios (sociales, raciales, religiosos, políticos, etc.), culpar, hablar sin escuchar, criticar, insultar, compararnos, al final es que de forma transversal clasificamos algo como bueno o malo o de ser correcto o incorrecto. Hoy te ofrezco la claridad de (i) las tres cualidades de la Reina que se ven menguadas cuando juzgamos, (ii) las tres formas de revertir los efectos y (iii) cómo dichas acciones conjuntamente conforman la forma de hacer práctica una de las aptitudes más representativas de la Reina: COMPASIÓN. 1. Juzgar mengua tu magnetismo. No atraemos amor y abundancia desde la mente sino desde la vibración que emana de lo que somos y sentimos. Atraemos lo que atraemos a través de los pensamientos y sentimientos que encarnamos en el cuerpo. Juzgar te pone en la cabeza y fuera del corazón.
Eres Divina y humana a la vez. Y sí hay una forma que asegura que ‘a pesar de nuestra humanidad’ podamos encarnar todos nuestros anhelos. Esto es, viviendo bajo la consciencia de la necesidad de vivir en Presencia. ¿Presencia de qué? De la dualidad diosa-humana que nos habita. Y lo que más humanas nos hace es lo que sentimos. Ser sostenedoras de esa Presencia nos asegura estar haciendo nuestra parte en el Plan Divino, lo cual asegura el amor y abundancia previstos en dicho plan. Vivir una vida plena y en propósito requiere completa presencia a tu sentir.
Juzgar es la forma en que nos defendemos y reaccionamos ante los patrones de pelea, huida o congelamiento aprendidos frente, precisamente, al juicio y a la crítica que recibimos en el pasado. Por ejemplo: En un juicio en el que dices: «Yo trabajo desde la excelencia, él es un mediocre», lo que puede suceder es que necesitas sentirte competente, el personaje del ejemplo valora poder tener espacio en su trabajo y hacerlo en tiempos menos ajustados de los que tú lo harías. Ninguna de las dos personas está bien o está mal, solo que cada una estima una necesidad o un valor personal de manera singular y la regla de valoración se originó en la experiencia de vida que cada cual observó en su entorno. Estas dos personas podrían «acercarse» de una manera en que tú seas un poco más laxa en los tiempos de entrega y él podría ser un poco más considerado y en vez de alargar los plazos de entrega, sin aviso, comunique que se demorará un poco más, de forma que ambos acuerden una fecha que atienda las necesidades de los dos. ¿Qué hacer? Elige no reaccionar desde la mente primaria e instintiva. Enraízate en el presente. ¿Qué sientes? Observa lo que juzgas como un evento neutro. La mejor forma de hacerlo es identificando la necesidad o valor que para ti es importante atender (competente) y tratar de entender la necesidad desde la que el otro actúa (tener espacio). Comprender lo que piensas y sientes tras un juicio te ayuda a atender la Verdad que aloja tu corazón tras tu identidad creada (p.e. estricta, excelente). Identificar tus necesidades y las del otro es un acto empático. 3. Juzgar mengua tu merecimiento. Juzgar habla de esas áreas en las que crees que no mereces, lo cual te pone en la inacción de la víctima que no se hace cargo de lo que necesita en su vida vía no hacerse responsable de sus emociones. Ante nuestra consciencia de estar clasificando o etiquetando algo en algún nivel de defectuosidad o erroneidad, pregúntate qué necesito que no estoy obteniendo, pues los análisis que hacemos de otros son en realidad expresiones de nuestras propias necesidades y valores. Recuerda ¡el otro es un mero espejo! Si dices «¡Uy! A mí me parece que ella cobra mucho por sus servicios» ¿si? pues ella está vigente en el mercado y le compran. Eso mostraría que su servicio es valioso y ella se lo cree. No será quizás que ¿eres tú quien no cree en tu propia valía?
COMPASIÓN = Presenciar y observar tu sentir + Identificar tu necesidad desatendida + Tomar acción Recuerda que todas las personas que nos rodean y que son disparadores emocionales son espejos de nuestra mente, de nuestras sombras y de cómo las juzgamos. Por eso, el mayor acto de crueldad contigo misma no es el mero acto de juzgarte, lo que es crudelísimo es que sabiendo que te juzgas no indagas en esa razón que genera tu emoción dolorosa. Y así, el mayor acto de compasión contigo misma es el trabajo de discernimiento de un juicio: (i) permítete sentir y darle nombre a tu emoción, (ii) observar la neutralidad de lo que juzgas, (iii) dale nombre a la necesidad por atender y (iv) toma acción. La primerísima acción que te invito a tomar es ESCRIBE. Una vez articulado tu entendimiento de un juicio te será más fácil hablar, pedir algo, pedir disculpas, celebrar, agradecer para atender tus necesidades del alma… al final es ¡EXPRESARTE! Y por supuesto lo que la mayoría de las veces eso significa es que aprendas a conversar primero contigo misma.
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AutorComprometida con seguir lo que me dicte el corazón, con amor, pasión, viviendo en plenitud y contribuyendo para que los demás hagan lo mismo! Archivos
Junio 2024
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