Texto dedicado a todas las mujeres, especialmente a esas hermanas con quienes a diario comparto, y que aún no encuentran la paz y el entendimiento sobre por qué no se da el tener hijos.
Querida Dianita,
Empiezo por contarte que, aún en la segunda mitad de tus cuarentas, seguirás siendo una romántica empedernida… Vas a terminar tus días siendo irremediable y orgullosamente cursi como desde chiquita! Estarás tan enamorada como siempre lo soñaste (si no es que más!)… pero hoy te quiero hablar sobre una decisión que aunque realmente nunca te ha quitado el sueño, puede que no te haga mucho sentido… teniendo en cuenta que en esta década, muchas veces tu habladora cabeza disparará pensamientos del tipo “yo también quiero eso que tiene el resto...”
Quiero contarte cuán bien te sentirás por haber sido coherente contigo misma y llegar a la decisión de no tener hijos.

Tienes el control de elegir ver las cosas desde el miedo (lo que más adelante llamarás desbalance al masculino) o desde el amor (femenino y masculino en equilibrio). La forma más fácil de acoger esos conceptos es responderte SIEMPRE, dos preguntas: Por qué? y Para qué? Porque la alineación de las dos respuestas es clave para experimentar la felicidad sostenible!
Así, pregúntate por qué quieres tener hijos?
Si es por no quedarte sola, o porque es lo que todas hacen, o porque crees que si no los tienes puedes llegar a arrepentirte, o porque es la forma en que te sientes a salvo de que alguien no se va a ir de tu lado… Esas son versiones del miedo, te invito a que trascendentalices. Cuál es la percepción desde el amor? Comprender que nunca estás sola cuando descansas en la certeza de la Inteligencia de la Vida. Comprender que éxito no es hacer el checklist de tener casa, esposo, hijos…
El porqué de algo tiene que ver con lo que te hace sentir, y esa respuesta es más fácil responderla cuando te has conocido muy bien a ti misma.
Te lo digo sinceramente, si no fuera porque a tus 40 tendrás claridad de que no quieres hijos, te digo sin dudarlo que ese sería el mejor momento tuyo para ser madre... porque en ese recorrido de tu vida, te habrás perdido, te habrás caído, y tras cada levantada te habrás convertido en tu verdadera Tú! Sabrás mucho mejor quién eres, más que en la inconsciencia, altivez y arrogancia de tus 20’s (perdón, Dianita, pero lo eres) y ni te cuento lo perdida que vas a sentirte en la mitad de tus 30’s, cuando estarás creyendo que tu valor tiene que ver con el dinero o el reconocimiento que obtienes en lo que haces.
Por eso, respeto y tengo mucha consideración por quienes han elegido ser madres en paralelo con sus propias luchas interiores... Te digo, tú vas a tener bastante con las tuyas y tal vez por eso el alma sabía que era mejor que ese trabajo lo hicieras sólo tú, contigo misma.

En la segunda mitad de tus 30’s empezarás a responder tu personal porqué y dirás: “porque quiero experimentar un profundo amor incondicional”… y lo más bello es que cuando entiendes el porqué, eso te llevará a profundizar y es cuando comprenderás que no tienes que tener un hijo que nazca directamente de tu vientre! Por eso, empezarás a contemplar que bien podrías pensar en adoptar! Y eso te trae tanto alivio, porque tu alma siente regocijo cuando piensas que es amor incondicional lo que quieres experimentar, te imaginas? Amar un hijo que no sale de tus entrañas?? Hermoso!! Luego evolucionas y dices, si es para experimentar amor incondicional, puedo elegir hacerlo con quien sea. Hacer ejercicio del Amor, no requiere ser una madre biológica… y es ahí cuando empiezas a revaluar por completo la idea… tanto así que un día a tus 38, sentirás un llamado a hacer una elección, no pedida, pero así la lanzaste al Universo: “Si he de tener un hogar con un esposo ‘bueno y querido’, para tener un hogar con hijitos… o tener EL compañero soñado de vida, el amor de mi vida, que me hace henchir el corazón de solo pensarlo… querido Universo (y así preferías decirle entonces) me quedo, sin duda alguna, con encontrar EL amor de mi vida.”
Te das cuenta cómo hacer esa elección da pistas de que no era tu anhelo profundo el tener hijos?
Sobre la respuesta a la pregunta de para qué? Si es para darle ‘buenos seres humanos al mundo’, para ver una versión mini-me, para conformar un hogar como todos lo hacen... Estás hablando de la típica proyección en 3D. Vinimos a expandirnos, gracias a los espejos. Los hijos son sólo uno de los diferentes tipos de espejos con los que nos encontramos, porque vienen en forma de pareja, amigos, hermanos, padres… Así es que, como llegarás a comprender que esta vida se trata de tu expansión espiritual a través de tus reflejos, elegirás quedarte sin el espejo ‘hijos’, y te conmoverás hasta las lágrimas cuando al reflejarte en tu amado Carlos, ves cuán completa y perfecta eres.
Presta atención a cómo te sientes cuando imaginas tu visión soñada de ti. Verás que en tu película, aparecerán ocasionalmente los niños y francamente nunca te generarán mariposas en el estómago… como en cambio SIEMPRE te las generará pensar en tu hombre!
Un día escucharás a Liz Gilbert hablar de los tres tipos de mujeres que ella identificó que había, y ahí la tendrás clara! Están (i) las que nacieron para ser madres porque sienten ese deseo literalmente en las entrañas (tú nunca realmente lo has sentido ni lo sentirás así), (ii) están las que no les gustan los niños y mejor mantenerlas lejos de ellos y (iii) están las ‘tías’… y ahí lo sellarás… sabes que eres una de ellas! Te encantan los niños, pero no para ser su madre.
Nunca tendrás una noción de que fueras a ser vista con lástima por no tener hijos, porque así como cuando ya por esta época te sientes cómoda en ir a restaurantes y a cine sola, hacer lo que te ha dado la gana en la vida es lo que te ha hecho tan segura de ti misma... y entre más te conozcas y te ames incondicionalmente, más lo vas a hacer.
Te vas a sentir tan poderosa de elegir a cada minuto quién quieres ser, qué quieres hacer y por qué lo quieres hacer, que podrás imprimir en otras mujeres ese sentido de certeza, de que si eligen su vida desde su profundo deseo del alma, siempre podrán experimentar la libertad de estar en control de su vida y por ende de su plenitud.
Un día le dirás a tu amor: “lo que más me gustaría que alguien diga en mi funeral, con amor y con algo de nostalgia por no verme más emprendiendo una nueva aventura, es … la Muñoz siempre hizo lo que le dio la gana…”
Persigue siempre tu curiosidad, sobre todo la de preguntarle a tu alma: Por qué? y Para qué?
Sigue jugando en esta vida Dianita!
Te amo
Autor
Comprometida con seguir lo que me dicte el corazón, con amor, pasión, viviendo en plenitud y contribuyendo para que los demás hagan lo mismo!