No tiene discusión alguna el valor que trae una mayor presencia de las mujeres en la fuerza laboral, sin embargo he comprendido que no se trata de más mujeres y una equidad en número lo que necesitamos en las empresas o en los negocios… Necesitamos equidad de esencias! Más esencia femenina expresada. Y si bien, así debería ser por parte de hombres y mujeres, nosotras como seres que naturalmente encarnamos esta esencia y quienes más la hemos enterrado bajo presuntas necesidades de logros del mundo, del poder masculino, del sistema patriarcal que tanto nos molesta, somos responsables de elegir desenterrarla para expresarla.

Hoy quiero enfocarme en el empoderamiento femenino en el reino de la relación con un hombre, con el sentido de confianza de nuestro impacto en el mundo con base en dos cosas tan naturales a nosotras: ser fecundadas y parir.
 
Los hombres son capaces de fecundarnos físicamente, pero sólo nosotras los fecundamos espiritualmente… y cuando expresamos nuestra completa feminidad, parimos hombres que en nuestra presencia recuerdan quiénes son y quiénes pueden llegar a ser… eso nos hace alquimistas divinas.
 
Por supuesto hay que estar aptas para esa fecundación y parto… debemos ser verdaderas mujeres, y lo somos cuando somos felices, y nos  sabemos completas, que no necesitamos nada y desde ese lugar de suficiencia estamos en capacidad de dar amor, gozo, paz… lo cual nos da más amor, gozo y más paz… eso es expansión!
 
Me refiero tan específicamente a nuestra relación con los hombres, porque ésta es el ‘hospital’ por excelencia donde mutuamente sanamos las heridas de vieja data… cuyo apego a ellas es el origen de todo el desorden mental y emocional de este mundo. Por eso creo firmemente que una de las claves para construir Paz, es reconciliarnos con nuestros hombres.
 
Nuestro profundo llamado a la espiritualidad, de la manera que sea que lo hemos sentido, es un llamado a nuestro proceso de feminización, el llamado a hacernos aptas para parir hombres nuevos… porque esa aptitud que tenemos como potencial para expresar completamente, es la que lleva a recordarnos que somos irrompibles y completas… por ende, no necesitamos nada. Esa expresión arranca en nuestra consideración con nuestros propios pensamientos, necesidades y deseos… cuando lo hagamos nosotras el otro lo hará también.
 
Por eso no nos preocupemos tanto por hacer, sino por expresar feminidad pura… Expresar a  la reina, no sólo les enseña cómo despertar su femenino a ellos, sino que les permite ejercer su masculino sano, validando su masculinidad… Ése es su despertar! Y la expresión libre de su verdadera masculinidad, permite la doble validación de esencias para experimentar el equilibrio, una relación auténtica de un hombre y una mujer que  integraron las polaridades.
 
Los hombres, como las mujeres, necesitan sanar la culpa, el dolor, el rechazo, las limitaciones, las expectativas distorsionadas no sólo que pueden haber recibido por parte (i) de las mujeres en sus vidas (en sus relaciones, en su crianza y educación), sino (ii) de este mundo tan masculinizado…. Sí, ellos también son víctimas del patriarcado…
 
La forma más expedita en que un hombre pueda sanarse es en conexión con lo Femenino Divino, y ese singular potencial de expresión es sólo nuestro, amadas hermanas mujeres!
 
Sanémoslos, para que experimenten plenitud, propósito, validación, paz interior, confianza equilibrada, autoestima y fuerza… cuando ellos lo hacen, dada su natural calidad proveedora, no dejarán de darnos lo necesario para seguir expandiendo en pareja, esos estados del ser, constituyendo así el círculo virtuoso soñado que literalmente cambiará el mundo.