Invariablemente me impulsa un motor interno que no deja que me transe por nada menos de la posibilidad de la Más Alta Visión de mi Misma.
Siempre había soñado con encontrar al ‘elegido’ o lo que en inglés llaman The One. Me encantaba como sonaba… Y durante el proceso de re-encontrarme, un día comprendí que una de las búsquedas más relevantes en la vida es encontrar ‘lo elegido’ en el oficio… que en inglés podría llamársele The One Thing… Escribir sobre estas íntimas búsquedas dio inicio al recorrido hacia mi actual plenitud. Por eso mi blog lleva este nombre… |
No me gustan las etiquetas… menos cuando empiezan a asociarse con tendencias radicales cuya notoriedad termina por desvirtuar el noble origen de lo que buscaban defender o promover en sus inicios… Por ejemplo, suelo decir que creo en, y amo a Jesús, pero como no me identifico con dogmas religiosos (aunque los respeto profundamente), no me sentiría siendo yo, llamándome Cristiana… Y lamento si como a veces veo en las redes sociales -por lo que voy a decir te sientes incómoda y podrías querer llamarme ‘desagradecida’-, pero tengo muy claro que amo a las mujeres (por eso trabajo con y por ellas), tengo certeza de lo que somos capaces de hacer y crear en ejercicio de nuestro femenino y masculino integrados en todos los ámbitos de la vida… pero no, no me escucharás diciendo que soy feminista. El otro día en uno de los cafecitos de seguimiento que suelo hacer con quienes han trabajado conmigo en mentoría, les preguntaba qué cosas de mi mensaje fueron con las que más resonaron y que las llevó a seguirme y luego decidir trabajar conmigo. Hubo alguien que dijo una cosa que me encantó: “tu mensaje es como un nuevo feminismo: uno, desde el amor.” ¡Eso me conmovió profundamente! Creo que una de las razones por las cuales no me gusta esa etiqueta es porque cada vez está más asociada a todo lo contrario al amor: está asociada al miedo.
O ahora están buscando reivindicar a la ‘bruja’ en memoria de la quema de cientos de miles de mujeres hace quinientos años (sí, fue lamentable, pero ya dejémoslo atrás, soltemos), ¡para reforzar la imagen de mujeres temidas! ¿De verdad? Yo me quedo con hacer ejercicio de la ‘bruja’ sensible, intuitiva y sanadora. No puedo con los discursos en contra de… prefiero estar a favor de. O mejor, prefiero siempre buscar la integración de posiciones (o de esencias). Y todo empieza con el lenguaje. Por eso, quisiera ilustrar mi personal perspectiva desde algunos de los valores mismos que promueve el feminismo, donde veo lenguaje desde el miedo… o narrativas que en mis términos ponen en evidencia que el feminismo mismo está des-balanceado al masculino. Y ya lo sabes, ese des-balance es la causa de todo bloqueo. Cinco (¡no! cuatro) valores del feminismo que evidencian su des-balance al masculino.
Y una vez más creo que ser reconocidas y recibir lo que nos corresponde, solo puede darse cuando en conciencia trabajamos desde la excelencia, es decir, en alineación con nuestros valores y desde nuestra propia percepción de merecimiento. Nadie va a valorar nuestra presencia en una junta, en un concurso de méritos, en una relación, etc., si nosotras mismas no nos valoramos. Y ya te he dicho que una cosa es una alta autoestima (asociada a qué tan cerca percibes que estás de lo deseado en lo que tiene que ver con las cosas materiales) y otra, el genuino amor propio (el amor incondicional por ti misma, tengas lo que tengas, hagas lo que hagas). Por eso... No, no somos iguales a los hombres. Nuestros cerebros, fisiología y esencias base (masculina y femenina) son distintos y de ahí para allá cada uno tiene lo suyo… Estamos para ser dos completitudes que juntas se expanden. Querer igualarnos a ellos presume nuestra insuficiencia de lo que somos en la esencia, y es ahí donde hemos desvirtuado y desaprovechado nuestro verdadero poder, ¡el femenino! 2. Equidad. Dicho eso, sí a la equidad de derechos y merezcámoslos desde ese ejercicio personal de amor propio y excelencia. Merezcamos desde un sentido de abundancia de lo que somos, no desde la escasez de la cuota que hay que alcanzar en espacios donde ‘deberíamos ser 50%’.
Eso sobre la equidad en el oficio, pero en lo personal ¿por qué vamos a juzgar a todos los hombres y meterlos en la bolsa de la minoría de agresores y misóginos? Demos a los buenos hombres lo que les corresponde. Eso solo puede ser desde la feminidad.
Si bien también hay todo tipo de posible agresión, me refiero a cómo en nombre de la equidad, los hemos castrado, en todos los ámbitos, y por eso a ellos parece habérseles olvidado de qué va lo femenino en una mujer… Me solidarizo con ellos para que vuelvan a ser los hombres que están en capacidad de ser en todo su potencial de amor, compromiso, generosidad e intimidad, cuando encuentran una mujer en cuya presencia se sienten a salvo de ser quienes son. 4. Libertad. En nombre de la libertad sexual por ejemplo, muchas adormecieron su anhelo por amor profundo, de compromiso y apasionado. No veo libertad en una doctrina que menosprecia a los hombres, de hecho me parece la peor cárcel. La de no tener consideración con nuestra necesidad profunda de conexión, intimidad, expansión espiritual, que se da a través de relaciones de pareja trascendentales. Es un desperdicio, porque una relación profunda y con sentido de propósito superior de impactar y servir a nuestros entornos desde esa intención, es el mayor catalizador en las formas… ese es otro tipo de imán de la abundancia del universo. Y eso, eso es la libertad.
Claro que hay que cerrar brechas de liderazgo y de ingreso, pero la discusión debe ir más profundo que los meros números, debe ir a la esencia.
Cuán poderoso sería un feminismo integrado en sus propias polaridades. Uno que haga activismo sin olvidar lo femenino, un feminismo desde el amor… el día que eso sea así, me sentiré llamada a llamarme feminista. ¿Y tú qué opinas?
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AutorComprometida con seguir lo que me dicte el corazón, con amor, pasión, viviendo en plenitud y contribuyendo para que los demás hagan lo mismo! Archivos
Junio 2024
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